Habían pasado solo 10 minutos de nuestra llegada a la habitación de la cual estaba asignado el doctor Adam, y Andy estaba igual de serio que cuando lo vio. No le quitaba la vista de encima mientras Adam le explicaba la razón por la cual él era el sustituto de Larry. A mi parecer, estaba enfadado.
-Pero, ¿Por qué no me dijiste nada _______? –Preguntó Andy mirándome incrédulo-.
-Traté de decírtelo pero tú solo me evadías, ¿lo recuerdas? –Él estaba por decir algo pero mejor decidió callar y volvió su mirada al piso-.
-¿Usted es el famoso Andy, cierto? _______ me ha hablado mucho de usted –Al parecer Adam sentía la incomodidad flotar en el aire, al igual que yo-.
-¿Así? ¿Y qué le ha hablado de mí? –Andy se estiró hacia enfrente, despegándose levemente de su asiento-.
-Mejor hagamos lo que vine a hacer –Dije rápidamente evitando una posible disputa entre ellos dos- Por favor Adam…
-¿Adam? Ya se hablan con mucha confianza, por lo que veo –Me interrumpió Andy. Lo miré y su mandíbula se mantenía fuertemente apretada-.
-Lo lamento –Corregí rápidamente- Doctor Adam, ¿podría decirme si podemos comenzar ya? –Miré a Adam y él sonrió dulcemente-.
-Por supuesto _______. Acuéstate en la cama y ponte cómoda –Me puse de pié y me dirigí hacia la camilla que se encontraba al lado de unos cuantos monitores y de una enorme pantalla de plasma. Me senté cuidadosamente y miré a Andy, éste seguía mirando hacia la ventana y de pronto sonó su celular. Apresuradamente lo tomó de su bolsillo y salió disparado hacia el pasillo- ¿Aún sigues teniendo dudas _______? –No había entendido para nada su pregunta-.
-¿Dudas? ¿De qué? –Me recosté en la camilla, me quité mi abrigo, desabroché mi pantalón, lo puse debajo de mi vientre y después subí mi blusa un poco. Adam presionaba unos cuantos botones y encendió la gran pantalla. Tomó un botecito con gel azul y lo echó encima de mi vientre. Estaba frío-.
-Ya sabes, con Andy. Es evidente _______, ¿Por qué no lo ves? –Pasó por encima del gel un aparato y vio hacia la pantalla grande-.
-¿No veo qué? No te entiendo nada Adam –Lo miré unos segundos y él se volvió hacia mí. Nos miramos unos segundos y después suspiró-.
-Eres tan inocente _______. Ni siquiera soy psicólogo y yo me doy cuenta, lamento decírtelo pero cualquiera que los viera diría que él te está engañando _______. ¿Te digo algo? –Yo solo seguía mirando sus ojos marrones a través de sus anteojos y asentí- Desde que llegó supe que era un celoso y posesivo empedernido. Lo digo por su comportamiento, ¿no crees? Es muy… sobreprotector.
-No Adam, al menos yo no lo veo así. A mí se me hizo extraño que se comportara así, nunca lo hace.
-Lo peor de todo es que te engaña en tus propias narices _______. Ya veo que lo que me cuentas es cierto. No tiene siquiera respeto por su esposa.
-¿Esposa? No, no. Yo solo soy… -Vaya, no sé ni siquiera qué somos- Soy su novia.
-¿Novia? ¿Y ése anillo? Creí que estabas casada. Con razón no vi el anillo de él –Sonrió dulcemente y se volvió a la pantalla- aún no logro descubrir qué es esa línea gruesa de color blanco que está detrás de su espalda. Pienso que es un exceso de placenta pero no sabría si estoy en lo correcto, nunca lo había visto –Movió el pequeño aparato hacia varios lados y señaló la pantalla sonriendo- Aquí están sus bracitos, sus manos, sus piernitas, su cabecita y… su corazón. ¿Quieres escucharlo?
-Por supuesto –Sonreí abiertamente mientras miraba hacia la pantalla. Presionó unas cuantas teclas del teclado y rápidamente el sonido retumbaba en la habitación. Era hermoso, sus latidos eran tan rápidos y sonoros que no sabría explicar por qué tuve ganas de romper a llorar. Me contuve unos momentos y sonreí más- Es hermoso Adam –Él sonrió, volvió a oprimir las teclas y la imagen de Dennis volvió a la pantalla- ¿No crees?
-Claro que lo es –Sacó una pequeña foto, se imprimió rápidamente y me la entregó. La tomé y él me limpió el vientre con un papel. Me acomodé la ropa y me senté de nuevo en la silla-.
-Tengo algunas preguntas Adam –Me mordí levemente mi labio inferior-.
-Dime _______ -Tomó su asiento enfrente de mí y puso sus manos encima del escritorio-.
Lo miré por unos segundos y después negué con la cabeza- Lo lamento Adam, me da pena preguntarte… me siento un poco extraña ya que nos hablamos bien y todo eso así que…
-Yo tengo una pregunta para ti… -Me interrumpió- ¿Qué soy para ti? –Esa pregunta me heló la piel rotundamente. No estaba segura a que se refería. Espero que no sea a lo que estaba pensando. ¿Le gustaría acaso? Son pensamientos y cosas muy precipitadas.
-Bueno, últimamente te has convertido en una persona que me escucha, cosa que Andy no lo hace. Como un amigo –Sonreí un poco pero el sacudió la cabeza negando-.
-¿Nada especial? –Me miró repentinamente y se quitó los anteojos-.
-Claro… un amigo. Para mí es alguien especial. Pero, ¿Por qué la pregunta? –Sentí como arrugaba poco a poco mi frente y él sonrió dulcemente-.
-Curiosidad. Bueno pues todo está bien con Dennis.
-¿Cómo recuerdas su nombre? Solo lo mencioné una vez y pensé no me habías…
-¿Escuchado? Claro que lo hice. Debiste ver tu rostro cuando te dije que era un varón. Debo de admitir que he dicho eso cientos de veces, pero ninguna mujer como tú _______ -Me miró detenidamente y se produjo un silencio incómodo-.
-Creo que ya es hora de irme, me dio mucho gusto volverlo a ver Doctor Adam –Me puse de pie y estiré mi mano para poder estrecharla e irme de ahí. Pero él no lo hizo, solo se puso de pie y rodeó el escritorio que nos separaba-.
-A mí también me dio mucho gusto _______ -Me tomó suavemente de los brazos- Espero que todo se arregle con Andy.
-Esperemos que sí –Zafé mis brazos despacio y me di la vuelta- Gracias por todo Adam. Te veo la próxima semana, cuídate –Él me acompañó hacia la puerta y cuando estuve fuera de la habitación no vi a Andy por ningún lado- Disculpe –Le toqué levemente el hombro a una enfermera que pasaba por ahí y ésta se volvió hacia mí- De casualidad no vio a un chico de cabello oscuro y ojos de color azul, como de ésta estatura –Elevé mi mano unos 20 centímetros por encima de mí y ella pensó un poco-.
-¿Llevaba un suéter negro? –Preguntó-.
-Sí, ¿lo ha visto? –Adam seguía a mis espaldas y ella asintió rápidamente-.
-Una mujer preguntó por él en recepción. Al chico lo vi salir del edificio hace una hora –Había quedado completamente muda. ¿Se había ido y no me avisó? ¿Y con una mujer? Vaya, que gran hombre tenía a mi lado, tal vez la mujer sería la de la llamada… ¡Diablos!-.
-Muchas gracias señorita –Bajé mi vista y ella solo se fue. ¿Andy? Tal vez la enfermera se había equivocado. A lo mejor fue otro sujeto que tenía las mismas descripciones que yo le di. ¿Era o no era?-.
-_______... –Al escuchar la voz de Adam pronunciar mi nombre, rápidamente bloquee mi mente y todos mis sentidos por completo. Era increíble, podría en éstos momentos buscarlo por cada rincón de éste edificio si era posible hacerlo. Pero ella era la que lo vio con sus propios ojos, bueno, no dijo eso exactamente pero tenía credibilidad. Tan solo te pido que no desconfíes de mí. ¿Cómo no desconfiar sabiendo que tal vez me está engañando? Esto estaba matándome, todo estaba mal. Traté de tragar todo mi sentimiento a llorar. No quería hacerlo, no debía- Si quieres puedo llevarte a tu casa –Escuché la voz de Adam decir a mis espaldas-.
-Eres muy amable Adam, pero no –Por una parte estaba agradecida, me llevaría a mi casa, pero por otra… no sabía ni siquiera la dirección. Sería tan tonto si él preguntara dónde quedaba mi hogar y yo solo dijera: no lo sé-.
-Insisto, pronosticaron lluvia para hoy y los siguientes días, y ¿no querrás enfermarte cierto? –Me volví hacia él y sonreí un poco. Aceptaría, ¿qué más daba no saber la dirección? Al parecer me importaba poco-.
-De acuerdo, acepto tu propuesta, pero… ¿No tienes que trabajar?
-No, claro que no, ya terminó mi turno, no te preocupes. Vamos.
Mientras recorríamos un gran tramo del edificio hacia su auto, miraba detenidamente el
camino, tal vez esperaba en el living o en el aparcamiento. Tan solo eso esperaba aunque fueran falsas esperanzas. Me introducí en el auto de Adam y él lo hizo también. Estiró su mano hacia su reproductor de música y lo encendió, seleccionó algunas canciones y las reprodujo a un buen volumen.
-No sé cómo puedes vivir con él, _______ -Dijo Adam-.
-Yo sí sé. No es tan malo como parece –Me encogí de hombros- O al menos yo no lo veo así –No quería hablar de eso ahora solo pretendía tener una buena conversación y eso todo-.
-De acuerdo, veo que no quieres hablar de eso. Hablemos de otra cosa, ¿cuál es tu helado favorito? -¿Helado?-.
-¿Qué es eso? –Helado, helado, helado… Oh! Sabía lo que era un helado. Lo miré y sentí como la sangre se acumulaba frenéticamente en mis mejillas. Él lo notó y soltó una risita-.
-Que graciosa eres, enserio. Bueno, mejor... ¿Te importaría si te invito un café? Si no quieres solo dilo, pero me apetece uno. ¿Qué dices? Yo invito –Sonrió dulcemente y acepté-.
-Claro, me agradaría –Sonreí un poco y comenzaba a sentir el calor que emanaba de la calefacción del coche ya encendida. Miré por la ventana del auto que comenzaba a empeñarse levemente, evitando que pudiese ver hacia afuera- En estas semanas me ha dado curiosidad… y quería preguntarte sobre tu familia… ¿Tienes?
Él se quedó en silencio unos momentos y después contesto- No, aún no la tengo. Pero hubo una persona especial hace mucho tiempo atrás.
-¿Quién era? -_______, debes dejar de ser tan curiosa- lo lamento, es que hay veces en que me gana la curiosidad y bueno…
-No te preocupes, para ser breve, la conocí en la facultad, nos “enamoramos” y le pedí que se casara conmigo. Nos casamos pero ella después de unos meses se arrepintió y nos divorciamos –Yo asentí mientras miraba hacia enfrente. ¿Quién se atrevería a hacer semejante cosa?- No quiero aburrirte con esto.
-No claro que no. No me aburres, es solo que me gustaría saber un poco más sobre mi doctor favorito –Sonreí un poco y de pronto la lluvia no se hizo esperar. El silencio se llenó de música relajante y también del sonido de las gotas golpear fuertemente el techo del auto-.
-Te lo dije –Susurró Adam sonriente-.
Solo solté una risita. El camino hacia la cafetería fue corto, las canciones que tenía en su reproductor, ¡gracias a Dios!, no solo eran de jazz y clásicas, la mayoría que él tenía, yo también las tenía en el mío. Ya sabrán cómo íbamos en el auto. Yo me aloqué y canté fuertemente, al igual que lo hizo él. ¡Fue tan divertido! Hace tiempo que no me divertía así. En realidad, nunca hice algo parecido al lado de Andy.
Cuando estuvimos allí, me disponía a bajar cuando él me detuvo amablemente y se bajó, sin importarle el frío y la lluvia. Regresó al auto con la nariz roja y sus dientes emitían un sonido constante. Admito que me dio risa.
-Un Capuchino para usted, bella dama… y un café semi-descremado para éste ogro –Me sonrió dulcemente y levantó lentamente el vaso de café- Brindo por ésta hermosa mujer, la cual accedió a que le comprara un delicioso café. Espero que le guste, My Lady –Choqué lentamente mi vaso contra el suyo y lo bebí cuidadosamente mientras él no despegaba la vista de mí. Solo desvié la mirada hacia la ventana y sin darme cuenta, bebí rápidamente el café y me quemé la lengua. Hice una mueca y él rió- Ten cuidado _______. Esa lengua puede servir para muchas cosas… -En realidad no entendí pero bueno. No importaba-.
-Claro. Y, ¿a dónde iremos ahora? –Adam había encendido el auto, se volvió hacia mí y me guiñó el ojo-.
-Ya verás –Bien, al menos servía que me llevara a otra parte para evitar decir mi dirección-.
Las ventanas del auto se desempañaron después de un rato y así podía admirar las calles de la ciudad inundarse rápidamente, mientras cantaba junto con Adam las canciones que se reproducían al paso de los minutos. Me la pasaba excelente junto a él. Me gustaría que éste día no planeado… no terminara.
-_______, sé que cumpliste años hace dos meses –Yo lo miré raro. ¿Cómo supo lo de mi cumpleaños si durante esas fechas el doctor Larry aún seguía atendiéndome?- No me mires así –Suplicó- Hace unos meses leí la información que tenía el doctor Larry en su escritorio. Me interesó mucho el tuyo y, ¡qué casualidad que yo haya sido tu doctor! ¿No crees? Bueno el punto es que memoricé tu fecha de nacimiento y hace unas semanas preparé tu regalo. Estuve esperando la ocasión -¿Un segundo regalo? ¡Genial!- Espero que te guste –Nos detuvimos enfrente de una pequeña florería. Adam tomó un paraguas enorme del asiento trasero y salió del auto, lo rodeó, abrió el paraguas y después mi puerta. Estiró su mano hacia mí y yo la tomé despreocupada. El frío se hizo rápidamente presente en mi cuerpo y sentí un leve escalofrío. Él me tomó de la cintura con una mano y caminamos hasta la puerta de la florería-.
-Está cerrado Adam –Miré el pequeño letrero fosforescente con letras negras enormes que decían CERRADO. Él sonrió divertido y golpeó la puerta dos veces. Las luces del pequeño local se prendieron rápidamente y apareció un señor de baja estatura, regordete y rojizo. Adam le hizo una señal con la mano y él asintió. Rebuscó varias veces en las pequeñas bolsas de su mantel verde, hasta que dentro de pocos segundos sacó un par de llaves y abrió la puerta de vidrio que se encontraba enfrente de nosotros-.
-Ahora está abierto, solo para nosotros, claro –Susurró en mi oído y me dio un leve empujó para que entrara. Él colocó el paraguas a un costado de la puerta y se dirigió al señor- Peter, ¿Está todo listo?
-Claro que sí Adam, pasen los dos por aquí –Él señor me miró sonriente y yo no pude evitar una sonrisa en mi rostro. Adam me tomó de la mano y yo lo seguí. Caminábamos en la obscuridad y en verdad no podía ver nada, pero al parecer Adam sí podía. A un par de metros pude visualizar unas lucecitas que se movían de un lado a otro, de color verde. Me imagino que saldríamos a la parte trasera del local. Adam se detuvo unos momentos, se volvió a mí para rodearme y taparme los ojos con sus manos- Tranquila, ya llegamos –Caminé unos segundos hacia enfrente y cuando hizo que me detuviera, deslizó sus manos y así pude mirar lo que me había preparado. Era un jardín enorme, lleno de flores de todos colores y la verdad es que olía delicioso. Había un pequeño caminito de piedras que daba hacia un enorme árbol, del cual, colgaban miles de florecitas pequeñas de color rosa. Las luces de color verde que había visto eran pequeñas luciérnagas que volaban de allá para acá. Era tan hermoso. Adam me volvió a tomar de la mano y yo lo seguí de nuevo. Mientras más nos acercábamos vi que debajo del gran árbol estaba puesta una mesita con unas cuantas velas alrededor, platillos de vidrio y una botella de champagne. Espero no haber cometido un error al aceptar venir con él. Adam retiró un poco la silla en la que estaba por sentarme, lo hice y él tomó su asiento enfrente de mí-.
-Es… hermoso Adam. Hermoso –Volví a repetir. La verdad es que el lugar estaba dentro de una… una… a mi parecer era una casita transparente- Vaya, hace calor aquí –Desabroché los botones negros de mi abrigo y me lo saqué lentamente-.
-Bueno, ¿quieres saber por qué hace calor? –Lo miré y asentí energéticamente. Él se quitaba su chamarra de cuero negro que a su vez, le quedaba perfectamente bien- Esto es un pequeño invernadero, aquí, Peter, cultiva las más hermosas flores y es excelente porque así las mantiene a una temperatura prácticamente normal. Es decir, podemos estar a 10 u 8 grados allá afuera, y aquí dentro estamos a 25 o casi 30 grados. ¿No es genial? La parte que más me encantó de esto… es lo que se ve allá arriba –Nos miramos unos momentos y me guiñó el ojo. Volví mi mirada hacia el techo, el cual, en vez de que fuera igual que las paredes del invernadero, era completamente transparente, se podía observar las gotas de lluvia golpear el techo para después resbalar. Lo que era una lluvia agresiva se volvió una ligera llovizna. El cielo se había convertido en una enorme masa obscura azulada en la que se veían pequeños puntitos blancos, las estrellas, se veían hermosas y sobretodo la luna, su luz iluminaba cada parte del pequeño invernadero y hacía que le diera un toque especial- ¿Te gusta? –La voz de Adam me sacó de esos hermosos pensamientos y después lo miré-.
-Claro que sí. Nunca vi algo igual –Sonreí felizmente-.
-¿Nunca? ¡Genial! Para todo, siempre hay una primera vez –Todo quedó en silencio de nuevo y aún nos mirábamos. Quería apartar mi vista pero no podía hacerlo. Él… él me miraba con tanto… tanto… sentimiento. Sentía una sensación extraña de acercarme a él y caer en sus brazos. Por una parte todo esto estaba mal… y por otra… quería hacerlo. No sabía por qué camino irme. No sabía nada- Espero que te guste la cena, la cociné yo mismo. Bueno, con ayuda de mi hermano –Sonrió y se puso de pie- Ahora vuelvo –Caminó por un lugar diferente de por donde habíamos venido. Lo seguí con mi vista y él, antes de entrar de nuevo al lugar, me miró y agito su mano de un lado a otro. Era divertido. Mi vista se quedó en la puerta por la que entró. Esto era raro, ¿cómo es que tendría todo preparado, si yo no tenía planes de venir? Esa pregunta la dejaría para después. Mi estómago estaba comenzando a gruñir lentamente y creo que era hora de comer algo, aparte de que Dennis pateaba mi vientre constantemente. Volví mi mirada hacia la puerta por la que Adam se había ido y de pronto salió de ahí a pasos torpes y detrás de él un chico alto que traía una enorme charola en la mano. Su tez era blanca, tenía cabello rizado y vestía un delantal lleno de harina y otros ingredientes- Ella es de la que tanto te hablé –Escuché decir a Adam en un “susurro” para el chico que venía con él- _______, él es mi hermano Paul. Paul, ella es _______ -Paul me miró por unos segundos desconcertado y después sonrió levemente- Bienvenida –Dijo con voz casi cortada-.
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