domingo, 25 de noviembre de 2012

#Capitulo 6

Después de aquella misteriosa llamada Andy salía continuamente. Yo sabía que no era nada malo, bueno, al menos eso era lo que yo pensaba.

Se iba en la tarde y regresaba en las madrugadas. De vez en cuando lo pillaba a altas horas de la noche y él tenía un semblante sombrío. No sé qué cosas estuviera haciendo estos últimos días, pero no quería volver a preguntar algo más.


Ya no hablábamos como antes, solo decíamos dos que tres palabras y fin de la plática. Era frustrante, pero si quería lidiar con él sin hacer corajes o enojos, tenía que clamarme.


Según por las novelas que veía o leía, cuando un hombre se aburría de su esposa, cuando ella ya no hallaba la forma de satisfacerlo o tenían problemas, él la engañaba con otra mujer. “Test, ¿Tu Marido te engaña?”, leí ese pequeño tema mientras ojeaba una revista para mujeres que parecía tener años en la casa. ¿Matrimonio? Bueno, no estoy casada con Andy, pero si llegara a suceder, pues entonces veamos que tal.



-¿Su esposo se ha comportado raro últimamente con usted? –Veamos, no es mi esposo. Y sí se ha portado raro porque lo hago enojar- ¿Se enoja muy fácilmente por cualquier cosa que usted diga o haga? –No, no se enoja, solo me hace entender razones. Y en realidad no hago nada, me la paso en la cama, ya que Andy no quiere que haga nada que pueda que dañe al bebé- ¿Ha llegado oliendo a perfume de mujer? –Sí, de hecho, todos los días, estoy consciente que yo no me pongo, ni siquiera tengo- ¿Su ropa tiene alguna pequeña mancha de lápiz labial o algo parecido? -Nunca he visualizado su ropa, ni siquiera sé dónde la tiene- Si a la mayoría has respondido que sí: “Estás totalmente engañada corazón, será mejor que tomes cartas en el asunto, antes de que tu esposo comience a dejar niños regados por ahí. ¡Buena Suerte!”. Si a la mayoría has respondido que no: “Aún estás a tiempo, trata de sorprenderlo por las noches con tus encantos cariño. No puedes pedir más. ¡Buena Suerte!”- Qué idio/teces –Lancé la revista hasta un rincón de la sala y me acurruqué más en el sofá. Ésta noche decidí esperar a Andy, hasta que llegara. Moría de sueño, pero no me importaba, tenía que hablar con él.


Pensando lo que le iba a decir cuando él estuviera aquí, escuché un tono de celular en el piso de arriba, me paré automáticamente y seguí el sonido de la melodía. Subí las escaleras intentando descifrar de dónde provenía. Dejó de escucharse unos segundos y de nuevo volvió. Entré en la habitación de Dennis, y me dirigí hacia el mueble pequeño.

Abrí el cajón y ahí estaba. Entre mi curiosidad y razón, ganó la curiosidad y lo abrí rápidamente.


-¿Andy? –Preguntó una voz femenina-.



-No, perdona, habla _______ -Contesté de inmediato. Ella esperó unos segundos y después habló-.



-¿No se encuentra ahí?



-No, lo siento. Él salió desde hace un par de horas, podría decirle que llamó, ¿Cuál es su nombre?



-No, no es necesario –Abrí la boca para preguntarle una vez más pero colgó-



-¡Qué genio! –Cerré el celular de golpe- Dios santo, ¿dónde se habrá metido Andy? -Me recosté un poco en la cama de Dennis, y sin darme cuenta, me quedé profundamente dormida-.


Tenteé con mi mano la cobija que estaba debajo de mí. Sin abrir los ojos la tomé lentamente, pero no podía taparme, algo, aparte de mí estaba encima de ella, me dio igual y dejé de hacer el esfuerzo por tratar de dormir de nuevo. Cuando quise acomodarme de lado izquierdo, era imposible. Unos brazos muy apenas y alcanzaban a rodear mi cintura, lo digo por mi vientre. Transmitían un calor acogedor, al cual me había desacostumbrado por completo por su ausencia, ¿Andy estaba a mi lado? Tal vez solo era mi imaginación. Me traté de mover de nuevo, pero ahora estaba convencida de que él estaba ahí. Abrí los ojos lentamente y aún no amanecía, la habitación seguía en penumbras, al parecer estaba en mi alcoba y yo aún con sueño.

Me volví hacia él lentamente y acurruqué mi rostro debajo de su mandíbula. Escuchaba su respiración, era como música para mis oídos, todo era hermoso de él, todo. Por poco y olvidaba de respirar, y cuando lo hice creí sentir su olor tan perfecto y varonil que desprendía cada poro de su piel, pero no fue así. Cuando de repente se me vino una pregunta de las que estaban en la revista que había leído hace horas, “¿Ha llegado oliendo a perfume de mujer?”. Sí, de nuevo. Abrí los ojos rápidamente. Él estaba impregnado de ese olor, que inusualmente se infiltraba discretamente en Andy y que yo pasaba por alto. Ése olor a dulce, que cualquiera que lo oliera se enamoraría deliciosamente de ella.


-Andy –Susurré en la obscuridad de la habitación. Sentí como si hubiera gritado su nombre, después de que hubo en enorme silencio y tardó en contestar-.


-Perdón si te desperté, vuelve a dormir -¿Si me despertó?-.


-¿Acabas de llegar? –Pregunté con un hilo de voz. Solo quería que me dejara de evadir, quería que habláramos como toda una pareja normal-.


-Solo duerme –Me acarició el cabello una y otra vez y mis párpados estaban cerrándose. ¡NO! _______, no te duermas. Me repetí de inmediato-.


-¡Respóndeme Andy! –Me separé bruscamente de él y muy apenas pude visualizar sus ojos en la profunda obscuridad- ¡Estoy cansada de que me estés evadiendo siempre! ¡Que dejemos de hablarnos como antes! ¡Que ya no me digas cosas lindas! ¿Qué te está pasando Andy? –Se me vino a la mente la llamada de la chica misteriosa de hace unas cuantas horas, pero no quise mencionar nada. Calladita me veo más bonita- Por favor, solo respóndeme eso Andy.


-Después te darás cuenta _______, ya lo verás –Cerró los ojos y yo volví a hablar-.



-¿Estás engañándome Andy?




-¿Pero qué cosas dices _______?


-Sólo era una pregunta Andy. Te noto muy distante últimamente, siempre sales y no me diriges la palabra más que tres veces al día. Y en las noches, me evitas y te vas. ¿Qué te está pasando? –Pregunté angustiada. No quería saber si me engañaba, y si eso era así, me importaba un comino. Solo quería que él siguiera conmigo pasara lo que pasara-.



-Creo que debes dejar de leer tantas novelas, solo te ayudan a fantasear y sobretodo son mentiras _______... –Lo interrumpí-.



-No se trata de novelas o fantasías Andy, se trata de nuestra relación. Una pregunta, ¿Qué somos? Llevo viviendo contigo 5 meses, estoy embarazada de ti y venos aquí. ¿Qué somos? –Volví a preguntar. Era algo que nunca se me pasó hasta ese momento. Y sí, ¿Qué éramos?-.



-No había pensado eso. ¿Novios tal vez? – ¿Cómo podría hablar tan tranquilo?-.



-¿Novios tal vez? ¿Novios tal vez? –Repetí- ¿Estás engañándome Andy?



-¿Qué te hace pensar eso? – ¡No estalles _______, no estalles!-.



Respiré profundamente. Cálmate _______, cálmate- Creo que he leído mucho –Dije aceptando lo que me había dicho. Será mejor que me tranquilice- Creo que tengo hambre, iré a… hacer lo que sea –Me levanté cuidadosamente de la cama y me coloqué mis pantuflas, sentí cómo Dennis pateó fuertemente haciendo que gimiera ante tal acción-.



-¿Estás bien? –Preguntó Andy poniéndose de pie rápidamente y yendo hacia donde yo estaba-.



-No te preocupes, estoy bien –Dije soltando su mano y poniéndome de pie también- Solo es Dennis.



-¿Estás segura? Si quieres… -Lo interrumpí-.



-Sí, estoy segura –Contesté fríamente. Me aparté de él caminando por el cuarto a pasos torpes y así encontré la perilla de la puerta. Salí de ahí y encendí las luces del pasillo. Bajé las escaleras cuidadosamente y Dennis volvió a patear, me sostuve rápidamente del barandal de las escaleras, y respiré hondo- Dennis, deja de hacer eso. Por favor –Fui hacia la cocina y encendí la luz- Tomé un trozo de chocolate que estaba encima de la barra y comencé a comerlo. Al parecer, en vez de que me hiciera efecto a mí, lo hizo en Dennis. Había sido mala idea haberlo comido. Comenzó a moverse mucho. Y eso me asustaba, me gustaba y me preocupaba. Pensé que así me dejaría de dar sueño y miré el reloj que se encontraba en la pared. 5:07. Qué horas de llegar. Me senté en una silla, puse mis codos encima de la barra y mi mandíbula en mis palmas. Estaba cerrando los ojos lentamente hasta que la voz de Andy me hizo abrirlos de nuevo.


-_______...-Susurró-.



-¿Qué quieres? No necesito nada Andy –Volví a cerrar mis ojos y de pronto me abrazó por la espalda- No quiero que me abraces.



-¿Por qué? –Me miró angustiado por mis palabras-.



-Hueles a ella –Coloqué mis dedos en las sienes y comencé a hacer pequeños círculos. Sólo de recordar el olor de ese perfume, me daba dolor de cabeza-.



-¿De qué hablas? –Me soltó rápidamente y sentí como me miraba fijamente-.



-Hueles a ella, Andy –Abrí mis ojos lentamente y me volví hacia él- Hueles a la chica de la llamada. Desde hace días que hueles a perfume de mujer. ¿Estás consciente de que yo no uso verdad?



-¿La chica de la llamada? ¿A qué te refieres? ¿Cuál es el punto? –Vaya, lástima que no tengo manzanas para explicar-.



-¿Estás engañándome Andy? –Pregunté por tercera vez consecutiva- Quiero que me contestes, si no lo haces, todo esto se termina Andy, haya o no empezado… se termina –Él se puso más pálido que antes y tragó, ruidosamente, saliva-.



-No _______, nunca –Me encontré con sus ojos de color azul profundo. Me perdí en ellos por unos momentos y volví a reaccionar- Sería un completo tonto si hiciera semejante cosa. Ahora dime, ¿a qué se debe eso de la chica de la llamada? –Preguntó arqueando una ceja-.



-Ayer marcaron a tu celular y preguntaron por ti, una mujer. ¿Quién era? Respóndeme eso y lo siguiente, ¿Por qué hueles a mujer Andy?



-Oh, era una amiga _______ y no te puedo decir más. Perdóname la vida, tan solo te pido que no desconfíes de mí. Sabes que no te haría daño, ni a ti ni a Dennis.



-¿Y porque me evadías? ¿Por qué sonabas indiferente o distante cuando estaba contigo Andy? ¿Por qué? ¿Sabes cómo me sentía yo al estar tan juntos pero distantes a la vez? ¿Sabes cuánto me costaba llevar éste anillo en la mano y ver que me lo habías regalado y tú ni siquiera me mirabas o sonreías?



-Lo hice porque te amo _______. Sé que nunca podré cambiar tu maldita curiosidad y es lo que detesto. Pero ten paciencia, por favor. Verás que muy pronto sabrás porque pasan estas cosas. Y te haré la mujer más feliz del mundo, lo prometo preciosa.


De algún modo sabía que Andy no me mentía. Pero era tan misterioso que no podía evitar dudar de él. No pretendía averiguar qué es lo que estaba tramando, ya que terminaba mal. “La curiosidad mató a _______”, como siempre.

Después de aquella charla casi todo volvió a la normalidad. Platicábamos como antes, él cuidaba más de mí y dejó de salir, bueno, una que otra vez lo hacía. Pero lo que no cambiaban eran esas llamadas. Cada día llamaba esa mujer y si estábamos en la sala viendo televisión o mientras yo cenaba y platicábamos, sonaba su celular y rápidamente se retiraba de ahí y lo contestaba. Algo andaba mal, pero ya no tenía que entrometerme en eso. Es solo una amiga. Claro, solo una amiga.


Pero cuando lo pillaba en el baño hablando con ella felizmente. O cuando en las madrugadas escucho una que otra risita que viene del balcón. Ella lo hacía reír, cuando yo solo hago, a lo mucho, una sonrisa. Tal vez sea muy graciosa, o diga tontería y media, o tenga la cara muy fea y hace que Andy la recuerde y se ría. Podrían ser miles de cosas. Pero, ¿Cuál de todas esas miles de cosas sería la que justifique su felicidad al llamar?


Tal vez me estaba volviendo loca, solo tal vez. Debe ser idea de mi imaginación, y nada más. Solo tal vez…



22 de Noviembre de 2011


Hoy era viernes, y tendría una cita con el doctor Adam a las seis de la tarde. Tenía varias preguntas que hacerle, ya que la vez pasada se me olvidó por completo y no pude dar rienda suelta a mis dudas. Llevaría una pequeña hoja en la que tenía escritas algunas preguntas, así no las olvidaría.


El Doctor Adam era sustituto de mi anterior doctor, Larry. Hace un par de meses tuvo un percance con su hija Emily, de 5 años en un paseo en bicicleta por el parque. Estaba aprendiendo a andar en ella y cuando aceleró mucho y no supo cómo parar, se estampó en un árbol y cayó en el suelo. No estoy segura de que le pasó, debió de ser algo grave ya que tuvo que ir a terapia intensiva y después de eso ya no supe más.

A decir verdad, el doctor Adam era muy amable conmigo y de vez en cuando me hacía reír. Era guapo, la verdad, y me agradaba mucho. Andy siempre estaba conmigo cuando venía a mis citas pero desde hace semanas que no lo hace, dice que va a pasear por ahí. Yo solo quería seguir conociendo el estado de mi bebé a cada semana. Sé que es una locura pero solo trataba de asegurarme de que estuviera bien.

Volviendo al doctor atractivo, disculpen, me deje llevar. Volviendo a lo del doctor Adam, estaba a unos 20 minutos de verlo. Me acomodaba mi cabello, soltándolo por completo y mirándome varios segundos en el espejo. Creo que mi tipo de pelo era algo… Mírame y no me toques… me gustaban los varios mechones que se ondulaban sensualmente mientras lo movía de un lado a otro. Desearía que mi cabello fuera lo suficientemente largo hasta llegarme a la cintura. Se vería estupendo. Eso creo.


Escuché los pasos de Andy aproximarse a la puerta y rápidamente fijé mis ojos en ella, esperando a que la abriera. Tocó dos veces y la abrió lentamente.



-¿Estás lista? –Preguntó mirando la pantalla de su celular y presionando rápidamente algunos botones-.



-Claro, ¿cómo me veo? –Esperaba a que me dijera algo excitante. Quería saber si mi cabello estaba bien o parecía una completa loca por “arreglarlo” mucho-.



-Bella, como siempre –Ni siquiera me miró, seguía presionando los botones y eso comenzaba a fastidiarme-.



-Te creería si me miraras y dejaras de prestarle más atención a eso que a mí –Hice una mueca de disgusto- ¿Estás escuchándome Andy?



-Oh, sí, lo siento –Lo cerró rápidamente y me miró sonriendo- Te vez hermosa, pero no sé por qué te arreglas tanto si solo vas a ir a una pequeña cita con el médico.



-Lo hago para ti –La verdad no era la gran cosa. Un pantalón de mezclilla, una blusa de cuello largo, mi abrigo de color gris y unos botines negros-.



-Genial, vamos que se nos hace tarde –Dio la media vuelta y se esfumó por el pasillo- Te espero abajo.



Era frustrante tener que lidiar con esa actitud de Andy algunas veces. Pero si quería dejar de discutir, tenía que pasarlo por alto. Bajé las escaleras y mientras iba hacia la cocina tomé un vaso con agua. Después me integré a la brisa que comenzaba a helar mientras los últimos rayos del sol se perdían en el horizonte. Salí al jardín trasero y ahí estaba Andy, con su torso desnudo, como siempre.



-¿No tienes frío? –Aún no comenzaba a helar mucho y mi nariz ya estaba fría-.



-Solo un poco, casi nada –Vaya, no sentía el frío-.



Me tomó en sus brazos y yo acurruqué mi rostro en su pecho desnudo. Era tan cálido que pareciera como si tuviese una chimenea enfrente de mí. Sus hermosas alas aparecieron de nuevo, haciéndome recordar lo hermoso que eran sus orígenes. Era un gran milagro tenerlo a mi lado, y sobretodo llevar dentro de mi vientre un angelito como él. Me sentía la mujer más afortunada del mundo.


El frío se filtraba descaradamente en mis zapatos y mis calcetas, y los dedos perdían sensibilidad ante tal acción. Era insoportable pero tendría que aguantarlo, aparte de que disfrutaba andar por los aires en sus brazos. Era una sensación extraña pero me agradaba.


Al llegar al techo del pequeño edificio, él se colocó su camiseta y un suéter. Bajamos por las escaleras y nos dirigimos al piso 2. Doctor J. Adam, J. Adam, J. Adam…



-Ahí está –Señalé una pequeña matrícula de color amarillo que brillaba ante las luces blanquecinas del pasillo. Fui hacia la puerta que tenía ésta matricula y miré a Andy-



¿Qué tu doctor no era Larry? –Preguntó arqueando una ceja. De pronto se abrió la puerta que estaba enfrente de nosotros y Adam nos saludó sonrientemente. Volví mi mirada hacia Andy y él solo se puso tenso y serio. ¿Qué le pasó? No lo sé, pero creo que esto se iba a poner algo incómodo.








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