El tiempo se había pasado rápidamente ante mis ojos. En tres días estaba por cumplir 3 meses de embarazo y dentro de 13 días más, cumpliría 23 años. Estaba tan entusiasmada, pero a la vez me sentía exhausta. Últimamente los mareos y vómitos se prolongaban más seguidos. Para serles franca, casi casi, llevaba en baño en la mano. No salía de ahí y para colmo, la mayor parte del día me la pasaba tirada en la cama.
Tendría que ponerme al tanto y hacer una maniobra peligrosa. Ir al famoso apartamento sin que Andy lo supiera. Primer paso: No debo de pensar estas cosas cuando esté cercas, si no esto sería en vano. Segundo Paso: Contactar a Valeria.
Andy abrió la puerta de la alcoba con una charola en las manos. Guardé la pequeña libreta debajo de la almohada y lo miré.
-Hola –Acaba de darme una ducha exprés, había pensado el plan suicida tan pronto que solo alcancé a tomar una libreta pequeña, una puntilla de lápiz y una toalla para enrollarme en ella-.
-Lo siento, si quieres vuelvo en unos minutos, cuando estés lista –Se disponía a salir cuando lo negué rotundamente-.
-Pasa Andy, sabes que no hay problema mi angelito –Él me regaló una de esas sonrisas espléndidas que hacen que su corazón pare de inmediato y que en una fracción de segundo, vuelva a latir rápidamente-.
-Bien, aquí está tu comida preciosa. Espero que te guste el platillo del día de hoy –Pasé mi mirada de la suya, hasta la charola plateada. Abrí un poco la boca para preguntar qué era lo que estaba en aquel plato que realmente se veía delicioso- Pollo a la Fyore –Dijo con un acento excelentemente Italiano- Me encantó lo de ayer en la noche –Confesé. La verdad confieso que me había gustado haberlo hecho y no tenía para nada la culpa de ser una adicta al amor. No la tenía. Sonreí mientras recordaba las cosas que habíamos hecho. Era evidente. Como él, ninguno.
Insistió en retirarse de la habitación para que yo pudiera ponerme ropa. Comí el pollo que había traído para mí, me paré y fui hacia unas pequeñas bocinas. Conecté mi reproductor de música y le puse play. Subí el volumen hasta el máximo, y comencé a bailar. Solté el nudo que sostenía la toalla que me cubría el cuerpo y así anduve un buen rato en la habitación, bailando, cantando y haciendo circo, maroma y teatro. Finalmente tomé unos shorts blancos, una blusa de color azul y mis converse. Parecía toda una niña. La verdad, no me importaba. Bajé corriendo las escaleras y gritando como loca el nombre de Andy. Pero no se encontraba en casa. Pensándolo bien, éste sería un buen momento para la misión suicida improvisada. Grité otra vez su nombre y de nuevo quedé sin respuesta. Muy bien, a poner en marcha el plan.
Salí de la casa. Caminaba en la acera sin rumbo fijo, de pronto me detuve en seco y me paralicé. A mi mente se vino un recuerdo: “Calle Interpool”, era una dirección, el nombre de una calle y también la imagen de un edificio pequeño. Sacudí mi cabeza y enfrente de mí venía una señora de edad avanzada, pequeña estatura y consigo un bastón.
-¿Disculpe? –Me miró entre cerrando los ojos y asintió- ¿Sí? –Preguntó amablemente-.
-Busco la calle… Interpool, ¿De casualidad sabe dónde queda? –Afortunadamente la señora volvió a asentir y señaló con su mano hacia la dirección en la que me dirigía-.
-Camine 3 cuadras, todo derecho. Después voltea hacia la izquierda y avanza 5 cuadras, enseguida se encuentra la calle –Sonreí-.
-Muchas gracias señora –Ella asintió por tercera vez consecutiva y sonrió- Que le vaya bien señorita _______ -Antes de comenzar a caminar, fruncí el ceño. ¿Me conocía? No recordaba haberla visto antes. Caminé hacia la dirección que me indicó y volví a mirar a la señora, seguía en el mismo sitio del que yo me fui, alzó su brazo y me dijo adiós, y de pronto, escuché como reía macabra mente ¿Qué rayos me pasaba? Tal vez el vivir con Nicholas estaba afectándome seriamente. Sacudí de nuevo mi cabeza y me volví hacia el camino.
Seguí caminando y finalmente di con la dirección. El edificio que había visto, era idéntico a éste. Me dirigí hacia él y abrí la puerta de vidrio lentamente. Un señor que estaba a mi derecha sonrió dulcemente y escuché un “Buenas tardes”. Le devolví la sonrisa y me acerqué a él.
-¿Usted conoce a la señorita Valeria? –Él pensó unos momentos y negó con la cabeza-.
-Lo siento, soy nuevo aquí. Pero si quiere puede darme su descripción física, tal vez la recuerde –No sabía que decirle, no recordaba cómo era ella, ¿cómo iba a preguntar por alguien y no saber cómo es?- No sé si sea ella, pero tal vez a la que está buscando está en el piso 3.
-Gracias, intentaré –Estaba por decirme algo cuando lo dejé con la palabra en la boca, di media vuelta y me dirigí al ascensor- 1… 2… 3 –Salí al pasillo y estaba obscuro, sólo la luz natural del día iluminaba una que otra parte del pasillo. Volví a paralizarme, y vi en viva imagen cómo me dirigía hacia la última puerta del pasillo, sacaba unas llaves de mi mochila, la insertaba en la cerradura y entraba. Parpadeé dolorosamente y miré el fondo del pasillo. Sino fuera porque había una ventana al lado de la puerta, estaría completamente obscuro. Caminé hasta la última puerta del pasillo color blanca y estaba entreabierta. La abrí lentamente hasta que vi a una chica sentada en la cama, de espaldas a mí-.
-¿Valeria? –Me acerqué más a ella, me senté a su lado y tenía su rostro escondido entre sus manos mientras sollozaba. De pronto dejó de hacerlo. Su cabello negro y lacio caía en su cara, tapando la posibilidad de que pudiera verla. Instintivamente retiré su cabello un poco y cambió completamente de forma. No era Valeria.
-¿Ashley? –Pregunté con un nudo en la garganta. ¿Pero cómo?-.
-Hola, hermosa. ¿Dónde está Andy? –Sarcásticamente preguntó. Pero era algo de lo que yo también tenía duda. Lo miré con pánico y me paré rápidamente, pero me tomó de la mano y me trajo hacia él. Haciendo imposible que pudiera moverme-.
-No lo sé. Suéltame –Zafé mis manos y golpeé su pecho con mis puños, pero no le hacía nada, parecía no dañarle. No se movió siquiera un solo milímetro. Era demasiado fuerte-.
-Ni siquiera lo intentes, sólo te lastimas tú misma, querida –Rió hipócritamente- Y no te preocupes, prometo que lo siguiente que haré, no te dolerá. Solo será un pequeño rasguño -¿Dónde fregados se había metido Andy? Error, en donde me había metido yo-.
-¿Qué pretendes hacerme? –Pregunté con un hilo de voz-.
-Como verás, _______, mi hermanito, Andy, no obedeció ni acató las órdenes de nuestros superiores. Como siempre, un débil imbé/cil. ¿Es tan fácil de manipular verdad? –Miró mis labios un momento y después se dirigió a mis ojos- Sabes, tú ibas a ser mi protegida, pero algo cambió, los planes salieron inesperados y por un error, fue Andy el elegido para ti, o más bien, tú lo fuiste para él. Te diré una cosa, no sé ni porque lo estoy haciendo pero, no estoy para contar cuentitos a niñas como tú, así que llegaré al punto… vengo a matar a este niño –Golpeó levemente mi abdomen el cual había estado creciendo últimamente- estés de acuerdo o no, lo haré de todas formas. Pero como te digo, solo será un pequeño rasguño. Prometo que dolerá, un poco –Mis piernas estaban perdiendo el control, y de un momento a otro, era de esperarse que cayera al suelo. ¿Qué me haría? ¿Qué le haría a mi hijo? ¿Por qué tanto rencor y odio hacia Andy? ¿Sería por mí? No lo sé. Solo sabía que me había metido en un lío enorme y si era probable que saliera, tal vez lo hiciera sola-.
-Tienes suerte de ser tan bella _______. Cuando el niño esté fuera de mi camino y el estú/pido de mi hermano también, te daré el gusto de hacerte mía, ¿qué te parece?
Abrí mis ojos adoloridamente. Hacía calor aquí. No sentía mis brazos, piernas y muchos menos mi rostro. Estaba en un cuarto obscuro, sólo iluminaba una pequeña lámpara de techo. Estaba atada en una silla, ¡Maldición! Había un enorme espejo delante de mí, solo alcancé a ver un poco mi rostro. Tenía tres moretones y de cada uno de ellos salía sangre, la cual había caído en mi short, desde hace un buen rato y estaba seca. No tenía mucha fuerza en mi cuerpo, me sentía débil e insignificante. Y entre tanto pensar, escuché unas carcajadas venir hacia donde yo estaba.
La puerta que estaba en el fondo de lado derecho, se abrió de una patada estruendosa. Y seguido de esto, entro Ashley y más compañía detrás de él- Vaya, hasta que despertó la Bella Durmiente –Los hombres detrás de Ashley, rieron estúpidamente- ¿Cómo estás hermosa? –Ashley se puso de cuclillas y trató de mirar mi rostro cabizbajo. Tomó mi barbilla e hizo que lo mirara. Muy a penas lo logró y mientras acercaba su rostro al mío, le escupí-.
-¡Pe/rra! Lo pagarás –Me dio una bofetada, haciendo que el moretón del lado derecho volviera a sangrar- ¿Qué te parece mujerzuela?
-No sé cómo puedes estar en la gloria del señor, si tú no eres más que el mismísimo demonio –Escupí las palabras como si fueran veneno-.
-Amor –Tomó mi coleta ahora desecha y la estiró hacia atrás. Haciendo que lo mirara a los ojos- Soy el demonio –Soltó una carcajada. Me volvió a mirar y se puso el dedo entre los labios, “Shh”, de nuevo rió y se sentó en una mesa cercana, en donde estaban situados sus compinches, comenzando a jugar póker-.
-¿Cómo es que eres hermano de Andy? –Susurré. Sentí su mirada en mí y de pronto
se paró de su asiento, lo arrastró hasta estar en frente de mío. Se sentó, subió su pié derecho hasta su pierna izquierda, encendió un cigarrillo y se acercó a mí para después expulsar el humo en mi rostro-.
-¿En verdad quieres saberlo? Te diré algo, ni siquiera estos idiotas son capaces de preguntármelo. Me gusta tu valentía mujerzuela. —
-No te tengo miedo. Y sí, quiero saberlo –Lo miré retadoramente y él sonrió sínicamente-.
-Bien, bien. ¿Por dónde empezamos? –Inhaló un poco de tabaco y después de unos segundos exhaló. Por dios, esto le estaba haciendo demasiado daño al niño- Digamos que mi madre era una… mujer de la vida galante. Le pasó una historia muy parecida a la tuya. Mi padre era su “ángel”, un completo inútil y débil. Sabía que yo no era igual que él. Había sacado el carácter de mi madre. Y Andy… no hay razón para entender lo estú/pido que es –Cerré los puños con la poca fuerza que quedaba en mi cuerpo- Cálmate mujercita, aún no termino. Los dos nacimos como humanos, comunes y corrientes –Recalcó ésta última palabra- Aún tenía el siguiente camino, pasar a la otra vida. Y vaya que es de lo mejor, puedo tomar forma cuando quiera y donde sea que quiera. Hice un pacto con… bueno tú sabes, no creo que estés tan boba. Y mírame ahora. Tengo lo que quiero cuando quiero.
-Estás muy equivocado. ¿Por qué haces esto? –Pregunté deseosa de que abriera un poco su corazón, si es que aún tenía-.
-Porque él es un estú/pido, nunca supo comportarse como hombre. Nunca debió nacer –Cerró su puño fuertemente, haciendo que sus nudillos se volvieran color rojo-.
-Entonces, ¿haces esto por venganza? –Eso parecía, ¡Claro! ¿Pero por qué?- ¿Qué te hizo Andy para hacer esto?
-Nada, pero lo envidio. Sé que él hizo trampa, tú deberías haber sido mía, ¡mía! –Estaba furioso y temía que volviera a levantarme si es que volvía a golpearme- Cambiemos de tema –Se acercó a mí- ¿qué traes puesto debajo de ése short? –Estiró su mano hacia el borde de mi short y lo único que pude hacer fue mover unos cuantos milímetros la pierna. Me miró enfadado y siguió con su narración- Andy cometió un error en haber tenido sexo contigo.
-No fue sexo, hicimos el amor –Él dio una risotada de muerte-.
-Hay, pobre nena, y de seguro te lo creíste todo –Se acercó a mí de nuevo y besó mis labios rápidamente. Una lágrima cayó por mi mejilla y él sonrió- De todos modos él sabe que tiene que deshacerse de eso lo antes posible, antes de que los manden a los dos al infierno. Y si él no se deshace de eso pronto, lo aré yo entonces. Aunque pensándolo bien, no sería tan mala la idea dejar que las cosas se den por si solas, y que tarde o temprano los veré a los dos allá abajo, ¿no crees preciosa? –Estaba por besarme de nuevo cuando del pasillo externo provino un gran ruido. Andy, pensaba una y otra vez. Ayúdame, ayúdame. Ashley se paró bruscamente de su asiento, con la mano dio instrucciones a todos sus compinches y sacó un arma de su pantalón, quitó el seguro de ésta y apuntó hacia mi pequeña barriguita. Seguía apuntando y miraba nerviosamente la puerta por la que habían pasado sus amigos. Ninguno de ellos volvió. Se aproximaban unos pasos hacia la puerta, él tenía su dedo puesto firmemente en el gatillo, y su mano temblaba nerviosamente. Andy, si eres tú, si me escuchas, quiero decirte que te amo, te amo mucho, y siempre lo haré. Cerré mis ojos y no pasó mucho tiempo cuando se escuchó un horrible sonido cerca de mí.
Habían disparado.
No sentí nada en mi cuerpo, abrí los ojos como platos y miré a Ashley en el suelo, me miró y me guiñó el ojo, para después desintegrarse en el aire. Me volví hacia la puerta pero no había nadie, traté de zafarme rápidamente de las sogas que me ataban los pies y las manos. No hice ni siquiera el esfuerzo cuando unas manos ayudaban a desatarme rápidamente las sogas. Nicholas. Pensé aliviada y a la vez enfadada.
Me volví hacia esa persona… y era él. Me tomó con cuidado el rostro, tratando de no tocar los moretones.
-¡Eres un tonto! –Mis ojos no aguantaban más las ganas de desahogarse completamente de lo que acababa de ocurrir. Le pegué con mis manos en su pecho y él sólo dejó que lo hiciera. Limpié rápidamente mis ojos, no podía ver su rostro. Lo miré y él tenía su semblante completamente serio y triste a la vez. No pudo contener las lágrimas por mucho tiempo. Me tomó entre sus brazos y lloré-.
-Perdóname _______. Perdóname.
Salimos a la azotea de lo que parecía ser una bodega. Desplegó sus alas que aparecieron como por arte de magia. Seguía llorando como una pequeña, y él, no dijo palabra alguna después de disculparse. ¿Por qué demonios habría de disculparse? Pensé unos momentos, era yo la que tenía la culpa de todo. Fui yo la que salió de casa cuando no debí. Pero él seguía teniendo la culpa, se fue sin decirme nada. No, yo tengo la culpa. ¡Maldición, yo debo de pedirle disculpas!, yo soy la tonta.
-Lo siento Andy, no debí salirme, perdóname. También por los golpes.
-Yo tengo la culpa, no debí dejarte sola _______. Tienes toda la razón del mundo para culparme –Negué con la cabeza, sabía que yo tenía la culpa. Tocó el césped color verde vivo del jardín de la casa con sus pies desnudos. Y rápidamente me zafé de sus brazos, tomé su rostro e hice que me mirara-.
-No quiero que te culpes, perdón por golpearte y decirte tonto. Perdóname Andy. Perdóname –Él me miró seriamente como si estuviese viendo hacia el vacío-.
-No debiste salirte –Susurró poco después- No debiste hacerlo, al parecer no te puedo dejar sola unos minutos porque te afanas en salir. ¿Estás consciente de los días que pasé buscándote? ¿Lo estás? -¿Días? ¿Habían pasado días?- Sí _______, días. ¿Le hizo daño? –Cerró sus ojos fuertemente- ¿Te hizo daño a ti? –Me tomó de los brazos fuertemente y me acercó más a él- ¡No sabes lo que es capaz de hacerte ________! –Tragué saliva y me soltó rápidamente, sacó una pequeña cajita de su bolsa trasera y me la entregó en la mano- Feliz cumpleaños _______ –Me besó tierna mente los labios y después me dejó sola en el jardín. Se fue surcando el cielo azulado de la ciudad. Me volví hacia la cajita de pana color negro, la abrí lentamente y me encontré con un hermoso anillo. Con un delicado diamante en medio de éste y bañado completamente en oro. . Caí hacia el suelo admirando lo hermoso que era. Me lo puse con cuidado y lo admiré por unos segundos. Wow, esto solo lo había leído en las pequeñas novelas que tengo guardadas, para las mujeres significaba el comienzo de un gran paso. ¿Casamiento? Tal vez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario